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Águilas concede el nombre de una calle a Bartolomé Roldán, uno de los héroes del famoso accidente aéreo de Palomares

El alcalde de Águilas y el propio homenajeado destaparon la placa con el nombre del antiguo patrón de la embarcación “Dorita”,  responsable del rescate de dos pilotos del ejército estadounidense en enero de 1966     

El Ayuntamiento de Águilas ha dado cumplimiento al acuerdo plenario en el que todos los grupos  políticos con representación municipal (PP, PSOE y Mixto) aprobaron, de manera unánime, denominar una calle de la ciudad con el nombre de Bartolomé Roldán, para rendir homenaje y expresar su agradecimiento a la valentía demostrada en el famoso accidente aéreo de Palomares.

Esta misma tarde, el alcalde de Águilas, Bartolomé Hernández, y el propio Bartolomé Roldán, acompañados por diferentes autoridades locales, amigos y familiares del homenajeado, destaparon la placa con el nombre del antiguo patrón de la embarcación “Dorita”, que el 17 de enero de 1966 rescató a dos pilotos del ejército estadounidense, el capitán Charles F. Wendorf y el teniente, Michael J. Rooney.

Rememorando los hechos acaecidos en aquel momento, cabe resaltar que la “Dorita” había salido con otros cuatro marineros a pescar al alba. Sobre las cuatro de la madrugada, cuando se dirigían hacia la Isla de Terreros, a la altura de Villaricos, mientras calaban las redes, pudieron observar como dos enormes aviones sobrevolaban el cielo. Se cercioraron rápidamente que uno abastecía de combustible al otro y súbitamente se oyó un estruendo que asustó de tal manera a los integrantes de la embarcación que les obligó a resguardarse en su interior, mientras trozos de la aeronave caían a su alrededor. Pasado el primer susto, divisaron varios paracaídas, sorprendiéndoles ver un bulto que caía sujetado con cuatro de estos paracaídas, sabiendo días más tarde que se trataba de una bomba. Los otros tres paracaídas llevaban a los pilotos. Dos de ellos cayeron a unas dos millas, cerca de la costa y de la “Dorita”. El tercero, a unas cuatro millas mar adentro, fue salvado por Francisco Simó Orts, “Paco el de la bomba”.

El mar estaba muy picado y las olas impedían por momentos ver a los pilotos. Por fin pudieron llegar a uno de ellos, el capitán Charles F. Wendorf, que tenía el brazo roto. Con delicadeza lo subieron al barco y le pusieron ropa seca. Mientras tanto, no dejaban de inquietarse por la situación del otro aviador, el teniente y copiloto del avión, Michael J. Rooney, que también fue rescatado con heridas. Inmediatamente avisaron a los servicios de emergencia de Águilas, que les aguardaban a su llegada al Puerto Pesquero, sobre las once de la mañana. Los dos americanos fueron llevados al hospital, así como el que trajo Francisco una hora más tarde.

Tanto Francisco Simó como Bartolomé Roldán recibieron meses después sendas Medallas del Salvamento de Náufragos y una pequeña cantidad de dinero, en concepto de las molestias recibidas durante los días que no habían podido ir a pescar.

El 7 de abril del mismo año apareció la bomba que había caído unos meses antes y Francisco fue apodado “Paco el de la bomba”. Durante muchos años, Bartolomé ha vivido aquel suceso como un acto de humanidad, como una acción que cualquier persona de bien hubiera hecho, impidiendo que aquellos hombres murieran, gracias a su heroico gesto y a que su barco estaba aquel día a tan solo trescientos metros de ellos.

Bartolomé siguió su vida trabajando y hoy día, ya jubilado, recuerda con aplomo su serenidad, así como la avalancha de nombres, de periodistas y de agasajos. Pero aquello no consiguió en ningún momento cambiar su talante de hombre bueno, servicial y prudente con el que siempre ha sido y es conocido. 

En enero del pasado año, a punto de cumplirse 47 años del accidente y con 86 años de edad, Bartolomé Roldán recibió el homenaje de su ciudad, durante un evento celebrado en el Auditorio y Palacio de Congresos “Infanta Doña Elena”. En ese momento, las autoridades subrayaron el acto humanitario de aquel pescador que dejó su trabajo para ayudar a unos desconocidos, pero, seguramente, lo más emotivo fue el contacto con Charles F. Wendorf, a través de videoconferencia desde Denver, donde los dos se vieron por primera vez después del salvamento. Bartolomé no se cansó de repetir que él no había hecho nada que no hubiera hecho cualquier otra persona y por eso mismo nunca pidió ser reconocido.

Hoy vienes, 17 de octubre de 2014, la ciudad de Águilas hace justicia a uno de sus vecinos, otorgándole a Bartolomé Roldán el nombre de una arteria situada en la confluencia de la calle Iberia, a pocos metros de ese mar tan apreciado y respetado por este gran pescador y mejor persona. Por este gesto, durante al acto del descubrimiento de la placa, tanto Roldán como su nieta, Toñi Manzanares, en nombre de toda la familia, tuvieron palabras de agradecimiento que recibieron el aplauso de todos los presentes.

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